
martes, 19 de mayo de 2009
Actuación o autenticidad Docente (Reflexión)
Cuando estudiaba la Licenciatura en Pedagogía a menudo escuchaba a mi profesor de Laboratorio Docente que los maestros debíamos actuar frente a los alumnos. En ese entonces yo me cuestionaba ¿Cómo debo actuar? ¿Como “buena” o “mala maestra”?
Cuando fue mi turno de participar dando una clase frente al profesor y frente a una cámara, me di cuenta que, aunque adopté cierta formalidad y cierta postura, realmente no logré “actuar” como el maestro hubiera querido otorgándome una insatisfactoria calificación de 9.
En otro momento, otra compañera fungió como maestra de primaria, dio una clase actuando de una manera rígida, estricta, con voz imponente, humillante y nada simpática. Cuando la observé pensé: "¿Cómo puede actuar así? ¡¡Pobres niños!! se van a traumar” y paralelamente advertí que seguramente el maestro le regañaría por semejante actuación, pero cual fue mi sorpresa que el maestro la puso por ejemplo delante de todos y dijo “así se debe de actuar”.
Cuando tuve la gran oportunidad de ser maestra de primaria, recordaba a mi compañera y pensaba: "Yo no actuaré así pues, ¿dónde esta la pedagogía de Pestallozi? A caso 'el amor' ¿no es la mejor forma de educar a los niños?" Sin embargo, pasé de ser una maestra dulce a una maestra estricta y es que desafortunadamente mi “dulzura” no se acoplaba a las características de mi grupo, -2do año de primaria- pues éste era indisciplinado y poco dispuesto a trabajar y aunque al principio tuve que actuar siendo “estricta” pronto me di cuenta que realmente era una estrategia para disciplinar a mi grupo y que no por eso debía tomar actitudes humillantes o arbitrarias.
Por otro lado, cuando tuve a mi cargo a un grupo de 1ro. de Secundaria, dando la clase de Geografía realmente traté de comportarme como “buena onda” pero desafortunadamente las características del grupo me orillaron a ser un “ogro” pues era un grupo totalmente indisciplinado, irresponsable y desmotivado; y por si fuera poco con padres de familia totalmente desinteresados. Pero ser “ogro” tampoco me funcionó del todo pues muy difícilmente lograba que el grupo cumpliera con sus tareas, participara y/o estuviera motivado para aprender de mi asignatura. Así que, desesperada por “hacer aprender” a mis alumnos pronto mis clases comenzaban o concluían con “sermones” que iban desde consejos personales y familiares hasta de hábitos de estudio. Luego me propuse hacer mi clase más “dinámica” y adopté diversos juegos que aunque terminé con la garganta desgarrada y físicamente cansada finalmente logré que mis alumnos memorizaran los estados y capitales de México que fue de mis últimos objetivos para finalizar el curso.
Ante estas experiencias como maestra –por mencionar algunas- me cuestiono, ¿cuál ha sido mi mejor actuación?, ¿cómo me he estado proyectando ante mis alumnos?, mi actuar ¿debe depender de las características del grupo? ¿No sería más conveniente estar dentro de una sola línea de actuación? O bien, no sería mejor ser “yo” en el salón de clases a fin de que exista congruencia en lo que soy y lo que proyecto en el salón de clases?
Para dar respuesta a éstas interrogantes debo responder primero: ¿Quién soy? ¿La amiga, catedrática, guía, orientadora o flageladora de mis alumnos?
En definitiva, considero que sería más cómodo y placentero para los maestros ser totalmente "originales" con nuestros alumnos. Rogers sostiene que para hacer que nuestros alumnos sean más participativos e interesados en nuestro salón de clases debemos cumplir con cuatro condiciones:
-Ser auténticos.
-Respetar a nuestros alumnos.
-Comprender lo que significa para el alumno la experiencia vivida en clase.
-Ser empáticos.
Pero, ¿cómo no caer en excesos? ¿Como ser auténticos sin descuidar la autoridad que requiere la imposición de la disciplina, aspecto sumamente relevante para fomentar el respeto, orden y valores? ¿Cómo cumplir las cuatro condiciones de Rogers cuando lo que queremos es acabar pronto con nuestro temario porque nuestro principal objetivo es cumplir con lo que el Director quiere o los padres de familia exigen?
Sin duda, este objetivo nos impide un sin número de cosas y nos hace actuar de manera arbitraria pero, ¿cómo lograr ese equilibrio si cualquiera que sea nuestra actuación, para algunos seremos ángeles y para otros tiranos?
Parece difícil pero no imposible. Si nos enfocamos a que alumnos y maestros somos los protagonistas del proceso enseñanza aprendizaje, convendría entonces hacer -ocasionalmente- caso omiso a las exigencias caprichosas de nuestros directivos y padres de familia y obedecer al logro de una educación integral de nuestros alumnos. Con esto no quiero decir que debemos ser rebeldes y no cumplir con las peticiones de nuestro director y de padres de familia –después de todo tanto ellos como nosotros estamos inmersos en la educación de nuestros alumnos- en todo caso, sería necesario platicar con ellos y demostrarles con pruebas fehacientes -apoyadas teóricamente o de acuerdo a nuestra experiencia- que nuestra actuación generalmente repercute más, que una excelente planeación de estrategias didácticas. En realidad, lo relevante es la ejecución de ellas y por lo tanto nuestra actuación, nuestro “ser” es determinante.
Supongamos que he planificado como estrategia iniciar con una dinámica grupal donde lo primordial sea la comunicación y el juego, pero ¿cuál sería su efecto si mi actuación docente refleja seriedad y sarcasmo? ¿Qué lograría si durante la ejecución no considero si mis alumnos comprenden la experiencia? Insoslayablemente el resultado seria desastroso, produciríamos un ambiente de total insatisfacción.
Por ende es importante que seamos congruentes con lo que somos y con la forma en que nos proyectamos con nuestros alumnos. Ellos nos lo agradecerán porque habrán aprendido más y mejor -¿Quién no agradece la empatía y la comprensión, el actuar “humano” de un profesor?- y nosotros también nos lo “auto agradeceremos” porque sin haber adoptado falsas actuaciones veremos en ellos nuestras metas alcanzadas.
lunes, 11 de mayo de 2009
El mal del siglo XXI: Un amor mal entendido.
Como profesora de segundo grado de Primaria, con la mínima cantidad de 11 niños por alumnos, de los cuales dos de ellos valen por 10 más, he vivenciado con ellos situaciones que no cambiaría por nada del mundo (para más detalles solicitar anexos: diarios, confesionarios, reportes, etc.)
Y es que es lamentable "ver" como se les quiere a los niños de hoy. Evidentemente, los avances tecnológicos, la eminente necesidad de trabajar, ya no solamente el padre si no la madre (vease mujer moderna), estan produciendo niños resentidos y "frios".
Desafortunadamente esto ocurre en cualquier status social, no solo los niños con bajos recursos económicos son víctimas, también los de la "alta", siendo estos mñas dañados que los primeros.
Que difícil es cubrir, como maestra, carencias afectivas, y no porque no seas capaz de brindar amor, sino porque realmente te sacude el corazón escuchar a los niños decir "mis papas nunca están conmigo, yo estoy con mi abuela en las tardes" "mis padres se divorciaron y extraño mucho a mi papá" "mi mamá me golpea" "mis padres prefieren a mi hermana la menor"... ¿Cómo puede uno como maestra cubrir todo esto? estar seis horas con ellos no es suficiente para hacerles entender que no estan solos y que los problemas de sus padres no son problemas de ellos.
Los padres y madres de "hoy" creen que con darle todo a sus hijos, estan cumpliendo correctamente con la responsabilidad de ser papá/mamá. Sin embargo, casi nunca están con ellos, o lo que es peor, hacen de sus hijos personitas caprichosas y berrinchudas, mimados e intransigentes sin inculcarles el valor de la vida, ni el respeto a los demás. Lo único que logran con esto es que sus demás compañeros les rechacen, les excluyan y como consecuencia, el pequeño o pequeña se sienta solos y con una autoestima baja.
Si bien es cierto que aún no tengo la "fortuna" de ser madre, diariamente convivo con 11 niños por los que indebidamente siento que son mis hijos, y créanme "papas" que he llegado a conocer mejor a sus hijos (as) que ustedes mismos: Señor, Señora, el problema no es el niño (a), el problema no es el compañerito de a lado, no es su hijo (a) quien necesita el psicólogo, lo necesita usted!
Le ruego que:
No quiera a su hijo(a) comprándole todo lo que le pide.
No demuestre amor al niño aparentando un matrimonio ejemplar, no oculte que papá no llega a casa porque ya ha encontrado a otra pareja (expliquele al niño(a) la situación, aunque son muy pequeños, los niños todo comprenden).
No se deje agobiar por el trabajo, nada es más importante que su pequeño (a).
No descargue su ira con el (ella) sea usted mismo (a) quien afronte, de la mejor manera sus propios problemas.
No le golpee sin antes haberle explicado la consecuencia de sus actos.
No anteponga al padre como figura principal. Acuerde con su esposo que los dos tienen autoridad sobre su hijo (a).
En resumen, no le brinde a su hijo un amor mal entendido, sea firme en sus deciones, tajante en sus imposiciones pero también muestre flexibilidad en el momento oportuno. Dele a su hijo (a) un amor que le permita afrontar la vida con valentía en la que el pueda resolver sus propios problemas, fomentele los principales valores, haga de su hijo (a) un niño querido y aceptado por la sociedad (amigos, familiares,vecinos, conocidos, maestros, etc.,)
No produzcamos niños resentidos con carencias de amor y afecto, formemos niños felices !!
"Estos son malos tiempos, los hijos h.an dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros"
Marco Tulio Cicerón.
"No le evitéis a nuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas". Louis Pasteur.
domingo, 10 de mayo de 2009
Bienvenida
El fenómeno educativo es muy complejo por lo cual, los artículos, videos o imágenes que se visualicen en este blog comprenderán diversas situaciones no limitadas al interior de un salón de clases, sino también desde una dimensión local, nacional o internacional.
Bibliografía
- Boris, Tristá Introducción a la administración académica. Universidad Autónomo Metropolitana.
- Enciclopedia General de la Educación Ediotrial Océnao, Barcelona España 1999
- Giné, A. Parcerisa. Planificación y análisis de la práctica educativa. Edit. Grao, 2003
- Schmelkes, Sylvia. Hacia una mejor calidad de las escuelas.
- Senge, Peter. Escuelas que aprenden. Grupo Edit. Norma, Bogotá 2002